Ya hemos hablado, en más de una ocasión, del efecto “isla de calor” que se produce en las grandes ciudades. Los materiales tan comunes en las urbes como el asfalto o el hormigón absorben mucho el calor. En ciudades como Madrid, con veranos muy calurosos, es realmente increíble como el calor se acumula durante el día y se emite por la noche. Esto provoca que las temperaturas cuando anochece sean mucho más elevadas, especialmente cuando se compara con lugares en los que hay vegetación.
Un estudio demuestra que se reducen las muertes con más árboles
En este sentido, la revista médica británica “The Lancet” ha publicado un nuevo estudio en el que se asegura de que este efecto de isla de calor se puede evitar con la plantación de árboles.
El estudio se ha basado en los datos recogidos de 93 ciudades europeas diferentes, donde viven 57 millones de personas con más de 20 años. En estas urbes se calcula que unas 6.700 muertes prematuras son consecuencia de este fenómeno.
El estudio pone de manifiesto cómo plantando vegetación en las ciudades se podrían reducir estas muertes en un tercio. Eso sí, los árboles y plantas deben ocupar un 30% del espacio urbano para que sea efectivo..
“Hemos realizado una evaluación del impacto en la salud de la isla de calor en estas urbes, y la hemos comparado con un escenario hipotético en el que aumentamos la cobertura de árboles un 30% en toda la ciudad. A partir de ahí hemos hecho una modelización para explicar la mortalidad que se podría prevenir”. Así lo ha declarado una de las investigadoras y autoras del estudio, Tamara Iungman. Esta investigadora hace hincapié en que los materiales de las ciudades (como el asfalto) unido a la falta de vegetación son las que contribuyen a la creación de estas islas de calor. Incluso, en ciudades en las que no hay temperaturas excesivamente elevadas, pueden producirse este fenómeno.
Otra de las conclusiones de este estudio es que la distribución de los árboles o la vegetación que se planten es importante. De ahí que esta vegetación tenga que estar distribuida por todo el núcleo urbano. No sirve con tener un parque muy grande en una zona de la ciudad y nada más en el resto de las calles y edificios.
Por ello, Iungman subraya que es importante “empezar a pensar en crear ciudades más inteligentes, con más naturaleza, más árboles, y también tener techos y paredes verdes, que apuesten a adaptarse al cambio climático y combatirlo”. Incluso, también apunta, que se debe crear una infraestructura urbana verde con el fin de reducir la contaminación del aire y la sonora, además de fomentar la actividad física de las personas y, en general, mejorar la salud de las personas (incluyendo al mental).